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sábado, 5 de agosto de 2017

El Muro

Hola.

Tengo esta entrada pendiente desde el lunes, porque mi meta era postearla antes de que llegara agosto, pero bueno, a esta altura supongo que ya todos estamos conscientes de lo que pasa con las expectativas, ¿o no? como sea, aún sigue siendo antes de mi cumpleaños y aún sigo estando a tiempo.

"El Muro"
(Referencia consciente a Game of Thrones, no se desgaste deduciéndola)

Hace un par de semanas me tocó hacer un mini-viaje al cual le tenía cero ganas, mi itinerario era simple: sacar papeles - imprimir un currículum con mi no hermosa cara en él - terminal - bus - pueblo - lugar - bus- terminal - ciudad - hogar. Pero el día anterior se me ocurrió preguntarle a una amiga cuyo pueblo natal está continuo al de mi destino por algo y me dijo que fuera a verla y almorzar con ella, ¿problema del asunto? aparentemente ninguno, pero realmente todos, ya que por primera vez en 7 años de amistad en verdad lo último que quería verla.
 
No había existido una pelea, un conflicto directo, ni algún comentario malicioso o altercado social de ninguno de los dos lados, pero en el mayor punto de inflexión de mi vida durante estos veinticinco años -que gracias a lo que esté arriba por fin ya se están acabando- entre los dos habían ocurrido una desconexión, de esas en que el cable se corta de manera tan sutil, pero tan directa, que a veces son los mismos técnicos los que te dirán que es mejor darlo por perdido.

Nos conocimos el segundo día de universidad cuando nos hicieron el "Desayuno de Bienvenida" a la carrera, yo conocía solo a un tipo que había entrado porque habíamos estado en el mismo liceo, pero en cursos distintos, ella -si mal no me acuerdo- no conocía a nadie, ambos llegamos tarde así que nos hicieron sentarnos juntos y habremos hablado con suerte cuatro o cinco palabras, terminó el asunto y salimos del casino, me preguntó en qué sección estaba y le dije que en la "A", ella me dijo que también, pero que tenía un profesor de la sección "C", por conclusión lógica, deducimos mirando la roñosa hoja que nos habían dado el día anterior que no teníamos absolutamente nada que hacer por las siguientes dos horas. Ese año fue el primero en el que gocé de los beneficios de ser un hijo pobre del estado, por lo que además de no pagar (el 90% del arancel de la carrera) me daban cupones que servían para comer en la universidad y en otras partes. Ella me preguntó si ya los había ido a retirar y yo le dije que no, a lo que me respondió tomándome del brazo y diciendo que fuera rápido porque para los derecho hoy era el último día y otras cosas de las que ya no me acuerdo. Fuimos y decidimos que como los dos habíamos llegado cuando ya no quedaba comida en el desayuno, era justo que ocupáramos el primero de ellos juntos, llegamos y sin mirarnos, los dos fuimos al lado donde estaban los completos (Primera señal clara de amistad: El amor por los completos), terminamos, salimos a sentarnos un rato afuera... yo figuraba con shorts, converse negras y una polera de mangas cortas, ella con jeans, un polerón, una chaqueta en la mano y zapatillas no de lona... ese fue el primer día helado de marzo en años (y el que empezó mi maldición de los "segundos días de clases") y a mi se me había ocurrido ir vestido como si viviera en Miami, nos pusimos a conversar y lo primero que me dijo fue "¿te diste cuenta que todos andaban vestidos como si ya fueran abogados o quisieran verse bien en misa?" (segunda señal: honestidad y un leve sarcasmo, era definitivo: seríamos amigos). Desde ese día, intercambiamos nombres, facebooks y planes de vidas, vinieron los semestres, las separaciones de ramos, cumpleaños, fiestas y acontecimientos de juventud, su ida al extranjero y llamadas de hora y media mientras me lloraba la vida por haberse ido y yo le decía que me arrepentía de no haberme ido con ellos (se fue con nuestro otro amigo), vino mi último año y su penúltimo por el atraso del intercambio, llegaron los periodos difíciles en su vida, la familia y el amor, vino mi semestre del examen de grado y su último año de "estudiante", la peor de todas sus crisis y el momento más estresante y anoréxico involuntario de la mía, pero salimos adelante... ¿qué habrá pasado se imaginarán ustedes? bueno, pasó que cuando vino el peor momento de la mía, sentí que ella no estuvo.

Es raro, ¿saben? como a veces la gente que nos ataca, nos dice cosas feas o hace otras peores puede a pesar de todos sus intentos jamás llegar a acercarse y a otras (sobretodo las que tu quieres), les basta no hacer o no estar para lograr golpearte justo en el centro de tu todo.

¡Y claro! tampoco es su culpa, uno cuando se vuelve amigo de alguien no firma un contrato, no tiene obligaciones ni responsabilidades sobre la vida del otro, pero de una u otra forma tanto el amor como la amistad tiende a ser un lazo de reciprocidad (no de equivalencia, jamás esperen eso amigos), en que uno ama/quiere/apoya al otro y este otro te ama/quiere o apoya a ti, donde el afecto y las acciones fluyen no porque tengan que hacerlo, sino porque simplemente lo hacen y cuando estas dejan de hacerlo, al igual que en las balanzas, uno es el que vuela y el otro el que se cae.

Nuestra primera foto juntos, una vida
entera ya ha pasado, ¿no?

¿Qué pasó entonces? parece la gran pregunta, y frente a ella entrego todo el conocimiento que me dejó una vida de ver Dr.House en dos simples acotaciones: La primera, es que claramente no era lupus y, La segunda, es que tanto el cuerpo humano como su interior (los sentimientos) tienden frente al daño, los ataques, las heridas y la desazón a generar defensas, armas que te protejan o muros que mantengan a lo que te hace mal o los que te lo hagan a una distancia prudente del espacio blanco que se encuentra justo en el limite de todo lo que en verdad eres. Esos son los muros de lo que habla esta entrada y esos son con los que había estado lidiando, porque son a veces esos muros no se construyen a consciencia ni con voluntad, se levantan solos y a veces son tan altos y tan fuertes, que ni el mayor de tus esfuerzos te permite derribarlos.

Siete años de amistad en un terreno parejo, para que en seis meses de no mirar demasiado hubiera una pared justo en el miedo... así estábamos y llegó el día prometido. Se cumplió el itinerario y nos vimos, saludos de siempre, temas de siempre, caminatas de siempre y llegó el momento, el punto determinante entre que se intenta escalar o botar el muro o se acuerda tácitamente una guerra fría de esas por las que todos hemos pasado con algún amigo o amor, en que no hace nada más que estirar el elástico de lo irreversible, el fin.

Esta entrada va dirigida para una lectora que probablemente jamás llegue a leerla, pero no por eso quiero dejar de manifestarla en algún lugar donde pueda en el futuro buscarla. Esta es para ti Mónica, ex-amiga de la universidad y actual amiga de la vida, siete años de llantos tuyos y seis meses de llantos míos no pueden ser en vano, en este ni en ningún otro plano. La mayoría de las veces la opción de dejar que las cosas se vayan parece la salida fácil y a veces soy yo mismo el que me cuestiono que lo sea, porque el pelear por ellas involucra subir el riesgo del daño que la batalla te pueda dejar, pero la verdad es que cuando el lazo es honesto y los sentimientos son buenos, no hay muros lo suficientemente altos ni ladrillos lo suficientemente duros para no botarlos. 

Termino este post con la canción de tradición y sintiéndome muy contento al respecto, la verdad es que me encanta, siento que Beirut es de esas bandas que siempre escuché durante mi adolescencia como si fueran música de supermercado (escuchando pero jamás oyendo), y hace un par de meses tuve mi re-encuentro y confirmé eso de que cada banda llega a tu vida justo en el momento que tiene que llegar. Me alegra un montón poder recurrir a ellos y que justo esta canción sea de mis favoritas, si bien puede entenderse (mirando la letra) como algo pseudo-amoroso, si la asocias a un contexto de amistad también calza perfecto, y en esa visión, siento que describe demasiado con lo que siempre hemos sido el uno del otro, plus: coincide con uno de los destinos que tuviste en tu semestre Europeo y más aún, con una de esas historias que nos significaron horas de hablar por skype y el montón de fotos que me mandaste, así que eso, mejor no podía quedar. Espero no me odies si algún día tus ojos llegan a este lugar.

Hasta cuando tenga que ser...
 


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